¿Cuántas veces han visto esas películas en las que la mamá de uno de los protagonistas está buenísima? ¿Verdad que parece todo un sueño? La verdad es que yo creía lo mismo, hasta que me pasó esto que les voy a contar.
Uno de mis mejores cuates se llama Daniel; tiene la misma edad que yo y vive muy cerca de mi casa. Un día de tantos, se le ocurrió organizar una fiesta en su casa, a propósito de que sus papás iban a salir de viaje. Lo importante aquí es que la mamá de Daniel es bastante guapa… es de esas mujeres maduritas que, aun con los años, no han perdido la figura.
Ángela y el marido prepararon maletas y se despidieron de mi cuate.
En menos de una hora la casa ya estaba llena de gente, la música a todo lo que daba y el ambiente no podía estar mejor… Después de un par de horas, me sentí un poco mareado por culpa del tequila y le dije a Daniel que me iba a subir a echar una siesta a su recámara… pero como estaba ocupada por una parejita que ya se estaba dando amor, no me quedó de otra más que aterrizar en la recámara de sus papás. Me quedé dormido un rato… entonces sentí cosquillas en el estómago y me desperté. Cuando abrí los ojos, vi a Ángela sentada a la orilla de la cama, acariciándome… puso uno de sus dedos sobre los labios y sonrió… la señora de verdad no estaba nada mal… llevaba una blusa escotada por la que se desbordaban esos pechos enormes y el encaje de su brassiere rojo… ufff… y la lencería me mata…
Me quise levantar, pero entonces Ángela me empujó para que me quedara recostado… caminó hacia la puerta y le puso seguro. Me miró y volvió a sonreír, no decía nada; comenzó a quitarse la ropa. Su piel era blanca, se veía suave… bien cuidada… llevaba unos mayones que le marcaban las nalgas tan rico… entonces pude ver que llevaba uno de esos cacheteros bien apretaditos, rojo también… la blusa salió volando y ella se acercó a mi moviéndose despacio como toda una pantera dispuesta a atacar.
Me quitó el pantalón… sacó mi durísimo miembro y con la punta de su lengua lo recorrió de arriba abajo… luego lo tomó con las manos y se montó sobre mí… me dio el masaje más exquisito del mundo; sus grandes senos se frotaban contra todo lo mío, se movía de arriba abajo y de cuando en cuando se detenía para chuparla… la estaba saboreando tanto…
Entonces esa riquísima mujer se puso de pie; sus caderas, su cintura, sus duros muslos estaban hechos para que alguien le diera justo como ella quería. Tomó mi mano, lamió mis dedos y los pasó después por el contorno de su grandioso busto… sentí sus senos; tenía que ponérmelos en la boca. Antes de inclinarme, ella se montó sobre mí, hizo que la penetrara despacio; entonces la sacó y con la punta acarició su caliente humedad… era todo un placer… Se volvió a sentar sobre mí; con ritmo se mecía y yo estaba cada vez más dentro. Mi miembro cada vez más erecto, más grueso; a punto de estallar dentro de ella… No decía nada, sólo me miraba; sólo mordía mis labios, mi cuello. Sus dedos se enredaban en mi cabello y después bajaban arañando mi espalda… estaba empapada; podía sentirla derramándose por mis muslos… su respiración se hacía cada vez más rápida, cada vez más pesada; más intensa… Me miraba fijamente, me hacía sentir lo mucho que estaba disfrutando el tenerme dentro…
Su voz interrumpió entonces ese vaivén: “Vente conmigo… vente conmigo…” y comenzó a mecerse con más fuerza contra mí; hasta que sentí cómo me la apretaba con toda esa ricura que me estaba regalando… mientras yo le daba todo; ella comenzó a temblar, dejó escapar un gemido que sabía a cielo; tiró la cabeza hacia atrás y se movió un poco más… estaba alcanzando el clímax, estaba terminando tan rico que podía sentirla apretándome… me vacié entero…
Sin dejar que me alejara, se recostó sobre la cama de espaldas; se acarició la pierna, el abdomen, los pechos, los pezones, y al llegar a sus labios; me miró de vuelta y me dijo: “Muy bien para alguien de tu edad…”
Me levanté de la cama, me acomodé el pantalón y salí de la habitación sin decir nada más… por supuesto que mi amigo no sabe nada, pero estoy pensando muy seriamente hacerle una visita a su mamá en esta semana… ya les contaré qué tal.