Mi nombre es Ceci y estoy estudiando Publicidad en la uni. Tengo novio, un poco más grande que yo, pero lo que les voy a contar no es sobre él, sino lo que me pasó el semestre pasado, con uno de mis profesores.
Antes de cualquier otra cosa les cuento que siempre me han atraído los hombres mayores, saben justo lo que nos gusta a las mujeres.
Bien, mi profesor de Comunicación es un hombre de unos cincuenta y tantos años: alto, delgado, con barba y usa lentes… ya saben, el típico profesor… muy muy guapo. Desde que lo conozco siento mucha atracción por él. Yo y casi todas mis compañeras porque de verdad que el hombre está que se cae de bueno.
Los exámenes estaban cerca y la verdad es que yo no me había estado aplicando mucho, por estar pensando en todo lo que le haría a mi profe. Después de una evaluación previa, mi profesor se acercó a decirme que tenía que hablar conmigo porque mis calificaciones estaban para llorar… más que preocuparme, me llené de emoción por que iba a ser la primera vez que tendría un par de minutos a solas con él. Supe que era el momento perfecto para seducirlo… no se me iba a ir vivo.
Después de que todo el mundo salió del salón, me acerqué despacio a su escritorio… por fortuna ese día me había vestido súper sexy, con esa faldita que tanto le gusta a mi novio, calcetas altas, suéter ajustado… y una tanguita que esa tarde sería mi arma letal para encantar a mi profe.
Él me observaba desde su escritorio y cuando estuve frente a él, me preguntó si acaso tenía planeado reprobar su materia, porque al paso que iba él ya no me podía ayudar a aprobar. Sonriendo tímidamente lo miré a los ojos, me humedecí los labios y le dije que yo sabía que no había sido la mejor de las alumnas, pero que estaba segura de que, si me portaba bien, lograría aprobar su materia.
Mi guapísimo profesor sonrío, suspiró, y me hizo señas para que me sentara en una silla que estaba a su lado… “Cecilia…”, me dijo con esa voz ronca que me ponía la piel chinita durante sus clases… “Esto no es un juego… tus calificaciones están por los suelos y lo único que haces es bromear… tienes que tomar las cosas más seriamente…”
“Ya sé profe… por eso le digo que me voy a portar bien… sólo necesito que me ayude… de verdad, yo estoy dispuesta a todo con tal de aprobar su materia…” no sé cómo pero cuando me di cuenta, mi mano ya estaba frotando su entrepierna… y él me miraba fijamente… “De verdad, profe… yo creo que usted también me quiere ayudar… o sea, yo sé que a usted le importa mucho darme una buena calificación. Así que, ¿qué le parece si… me deja ser una buena alumna… y, después me dice si paso o no su materia…?”, mientras lo acariciaba fui subiendo hasta sentir ese duro bulto bajo su pantalón.
Lo presioné con mi mano y mi profe se estremeció. Quiso detenerme, pero al final creo que le gustaba lo que estaba sintiendo; lo froté más y más hasta que ese bulto se convirtió en una firme y larga columna gruesa que me llamaba con fuerza. Entonces mi profe se bajó la bragueta, y descubrió ante mí ese exquisito miembro. Sin decir más me tomó por la nuca y llevó mi boca hacia su entrepierna.
“Cómetela” y como había prometido ser una buena alumna, le hice caso. Con mi lengua lo recorrí de arriba abajo. Lo sentía vibrar, lo puse dentro de mi boca y lo devoré entero mientras mi profe me acariciaba el cabello. Sus ojos estaban cerrados y su respiración era rápida… estaba tan excitado como yo. Fue entonces cuando sentí su mano deslizarse hasta mis nalgas, las acariciaba con ansiedad. Lentamente levantó mi falda y jugó con el hilo de mi tanga, la hizo a un lado y con sus largos dedos me penetró. Frotaba riquísimo su mano contra mí, yo estaba empapada, necesitaba algo más.
Me incliné un poco, volví a lamer la punta de su grueso miembro y separando las piernas me monté sobre él. Sólo me observaba, como si no pudiera creer lo que estaba pasando. Sentí cómo se deslizaba dentro de mí, se empujaba con fuerza contra mí; sus manos sostenían mis nalgas, mi cadera, se detenían por momentos en mi cintura y después subieron hasta mis pechos. Los apretó fuerte, desabotonó de un zarpazo mi suéter y comenzó a jugar con mis senos. Los lamía, los mordía, los oprimía de nuevo mientras dejaba que me moviera sobre él.
El salón en completo silencio y sólo nuestras respiraciones agitadas. Entonces me dijo: “Quieres aprobar, ¿verdad?” “Ya le dije que sí, profesor… ¿le gusta cómo me estoy portando?…» comencé a moverme más rápido, la situación era extremadamente excitante; no podía más, estaba a punto de llegar… entonces me miró con una sonrisa, me detuvo, hizo que me levantara y me inclinara contra el escritorio. Me volvió a penetrar con más fuerzas, con más velocidad. Acariciaba mis piernas, lo sentía entrar completo; me dolía, me causaba placer, me emocionaba. Me estaba haciendo tan suya como le daba la gana y entonces, sentí cómo todo ese exquisito miembro se engrosaba aún más, seguido por una frenética explosión… entonces mi cuerpo vibró a su ritmo. Dejé escapar un grito ahogado mientras mi profesor disminuía el ritmo, mientras su cuerpo se presionaba despacio contra mí.
Me abrazó por la cintura, y así, él dentro de mí, me hizo sentar de nuevo en su regazo, para descansar un poco… “Creo que hay una posibilidad de que obtengas buenas calificaciones…” me dijo después de tomarse unos segundos para recuperar el aliento… “Todo depende, de qué tanto quieras esforzarte.” Aquello había estado riquísimo. Nunca había logrado ese nivel de placer… “Profesor, lo que usted diga.”
Después me puse de pie, acomodé mi ropa, él se puso de pie y me dio un apasionado beso. “Mañana volvemos a repasar la lección, ¿quieres?”, “¡Claro!”, me despedí y salí del salón.
Mis calificaciones, tengo que decir, comenzaron a mejorar. Todo gracias a mi lindo profesor.