Llevo como dos años con mi novio; y en general es muy lindo conmigo, nos llevamos bien; pero antes de esto que te quiero contar, encontré unas conversaciones en su whatsapp con una tipa que le estaba mandando fotos, ya sabes… todas cachondas… Obvio me puse como loca y lo mandé al diablo, y él me estuvo buscando todo el tiempo, porque estaba muy arrepentido y así… yo no le creí nadita. Y dejé de contestarle el teléfono y hasta lo bloqueé en Face.
Pero, una tarde llegué a mi casa y me encontré una carta suya; en donde me decía que me amaba y que quería arreglar las cosas; me dejó una dirección y que me esperaba la noche del viernes ahí, que por favor no lo fuera a dejar plantado. La verdad es que primero sí pensé en no llegar, pero también lo extrañaba y el viernes me lancé a la dirección que me dejó. Resulta que me había citado en el V Motel que está sobre Viaducto. Cuando llegué me dieron ganas de gritarle muchas cosas… o sea, además de que se estaba mensajeando y quién sabe qué otras cosas con otra tipa, me citaba en un Motel… pero, ya les digo… tenía ganas de verlo.
Entré al lugar, en la recepción les di mi nombre y ellos me indicaron que subiera hasta el último piso. Para mi sorpresa, mi novio había reservado la Sky Suite… cuando entré, quedé totalmente sorprendida; es que no saben, la habitación está divina y tiene vista a la ciudad. Sobre un tocador encontré una notita que decía: “Siéntate sobre la cama y cierra los ojos” … hice lo que me pedía y una música muy suave comenzó a sonar… entonces pude sentir las manos de mi novio sobre mis hombros, “No abras los ojos”, me decía… susurró a mi oído que lo sentía mucho, que quería estar conmigo y que eso no volvería a pasar. Poco a poco me iba quitando la ropa, y la piel se me puso chinita porque mi novio siempre ha sabido cómo tocarme.
Sobre esa gran cama redonda, mi novio me ayudó a recostarme y comenzó a besarme suavemente el cuello, sentía su aliento deslizarse hasta mis pechos descubiertos, sus dedos rozaron mis pezones, y después su lengua fría jugó con ellos… “Quiero que me perdones, Mayra… no puedo vivir sin ti” decía entre caricias y besos que bajaron hasta mi ombligo. Pude sentir cómo me quitaba la ropa interior; con delicadeza separó mis piernas y acarició mis muslos, las yemas de sus dedos se perdieron en mi humedad. Mi novio me estimulaba mientras decía despacito, una y otra vez: “Perdón, Mayra, te adoro, perdón”; no sé si era el tono de su voz, o el hecho de que me moría de ganas de verlo, o la habitación tan hermosa, pero yo estaba vibrando.
Su lengua comenzó a lamer mi clítoris, a jugar con él como si pronunciara palabras que yo no podía escuchar. Luego me tomó por la cintura y me llevó cargando hasta el Potro del amor, cerca de la cama; me montó sobre él, pude sentir cómo ese miembro grueso y exquisito me penetraba lento. Y es que mi novio es uno de esos hombres tan bien dotados, que duele cuando te toman… pero también te causan un gran placer. Me abrazaba fuerte, besaba mis labios, mi cuello, respiraba agitado y me decía que se moría de ganas de verme. Mi cadera se apretaba hacia él, quería sentirlo tan dentro, él marcaba el ritmo y poco a poco la velocidad aumentó. Su fuerza se apoderaba de mi; su lengua jugaba con la mía, sus manos me tomaban de las nalgas, luego apretaban mis senos, me tomaba por el cabello; yo estaba a punto del éxtasis.
Antes de que pudiera terminar; mi novio se detuvo suavemente y me besó: “Acompáñame” dijo, y me tomó de la mano; salimos a la terraza, estaba hermosa, y al centro, un jacuzzi, las estrellas sobre nosotros… era sensual y romántico. Las burbujas jugaban a llenar de espuma la tina; mi novio me ayudó a entrar, el agua tibia tocando mi piel me excitó aún más, y la vista… la hermosa vista… “Esto es para ti, Mayra; porque quiero estar contigo siempre”… al lado del jacuzzi, había un ramo de rosas color rojo, que mi novio me entregó. “Tómame”, le respondí; y me dio la vuelta; volvió a penetrarme fuerte, rápido, durísimo; como nunca, pero también como siempre; su cuerpo chocaba contra el mío, sabía cómo hacerme gritar de pasión. Me daba nalgadas, mordía mi espalda… y ahí, bajo el cielo de la ciudad… terminamos a la par… agotados, extasiados… en una hermosa habitación. Después mi novio me confesó que había reservado la habitación desde su app; así que lo que tengo que decirles es: ¡Gracias Sixtynite por una reconciliación celestial!