Me llamo Analía, soy fotógrafa, vivo en CDMX y hace algunos meses, me tocó ir a un evento corporativo a captar imágenes, ahí conocí a mucha gente, pero entre ellos a un hombre que me impactó. Alto, blanco, con barbita de candado y una seguridad en sí mismo, que me robó el aliento. Conversamos casualmente y me pidió mi número. En eso quedó todo. Tengo que confesar que en secreto le tomé un par de fotografías porque de verdad está que se cae de guapo.
Pensé que pasaría poco tiempo para que Rafa me llamara; pero, para mi mala suerte, pasaron los meses y ni noticias de él. No lo contacté porque me quedaba claro que yo no le había gustado tanto y me olvidé del asunto. Pero… hace tres días, recibí un mensaje de Rafa. ¡Era él y tenía ganas de platicar conmigo! Estuvimos conversando por whatsapp toda la noche, y al día siguiente me invitó a tomar un café. Quedamos de vernos cerca de su casa. Cuando llegó me quedé con la boca abierta. Recordaba que era guapísimo; pero no es lo mismo tenerlo en foto que en persona. Iba con una camisa negra, jeans ajustados, esa barba deliciosa y su sonrisa que, de verdad, te deja en la baba total.
Mientras hablábamos, Rafa se acercaba a mí un poco, lo cual me dio mucho gusto porque eso significaba que no había confundido las señales. Después de tomar el cafecito, me dijo que si quería ir a comer algo y después podíamos pasar a su casa a relajarnos un poco. La tarde estuvo excelente y después del restaurante, subimos a su coche y me llevó a su departamento.
No se los voy a negar, su aroma me tenía prendidísma. Tanto, que apenas se sentó junto a mí en su sillón, la piel se me erizó y quise besarlo de inmediato. Fue entonces cuando Rafa hizo el primer movimiento y me dio un besito en el cuello, así como no queriendo; después se lo contesté… su boca, su saliva… esas manos tan masculinas apretando mis muslos… no saben qué delicia. Ya estábamos en su casa, qué le íbamos a hacer… una cosa nos llevó a la otra y cuando menos nos dimos cuenta, ya los dos estábamos sin ropa y dispuestos a todo. El sillón estaba perfecto para practicar cuanta postura se nos ocurriera, así que cuando vi el sexo durísimo de Rafa, sólo pude pensar en montarme en él y dejarme hacer esas cosas que tanto me había imaginado durante estos meses.
Para mi sorpresa, no me dejó subirme en él, en cambio, me pidió que me recostara, se acomodó sobre mí, y mientras me besaba el cuello, la boca, los senos, yo me abrazaba fuerte a su cuerpo que se frotaba con el mío. Bueno, qué les digo… ¿se acuerdan de esos riquísimos fajecitos de secundaria? Pues estoy segura que Rafa era experto porque me hizo disfrutar como hacía años que no lo hacía. Su miembro estaba ardiendo; podía sentirlo sobre mi muslo, lo tomé entre mis manos mientras él lamía entre mis piernas; yo estaba humedísima y él… qué les digo… riquísimo y duro.
Estábamos prendidos, gozando, a punto de pasar a tercera base… cuando escuché unas llaves contra la puerta del departamento. Entonces Rafa se incorporó de inmediato y me vio con esos grandes ojos claros que se carga: “¡Mi hija! ¡Hay que vestirnos!” … No le dije mucho, no hubo tiempo, me vestí tan pronto como pudo y nos sentamos en el sillón con carita de inocentes… Pero Rafa no sabía ni cómo esconder esa enorme, vibrante y apetecible erección de su hija, quien, con cara de “¿Qué show?” me saludó amable y después se fue a su recámara…
No era el momento de preguntarle a Rafa por qué no me había dicho que esperaba a su hija… fue entonces cuando me preguntó si quería ir a “otro lado” … ¡Obvio! Fue entonces cuando ustedes entran en escena… Rafa me preguntó si conocía algún lugar cercano, le dije que no, pero que, para esos momentos, siempre se podía confiar en Sixtynite. En menos de lo que canta un gallo, la app nos sugirió un par de lugares cercanos y sin pensarlo más nos lanzamos a un hotel exquisito. Ya sin miedo de interrupciones pero un tanto apenados por la situación, volvimos a quitarnos la ropa con la ansiedad de quien no ha tenido acción en meses… zapatos, cinturón y blusa salieron volando entre besos, mordidas y risas… Rafa no me dejó ni acomodarme en la cama, me interceptó contra el potro del amor que había a la entrada de la habitación, me puso de rodillas, me dio una nalgada sonora, y fue entonces cuando me penetró con tanta fuerza, que no pude evitar gritar de placer… ¡Estaba al fin dentro de mí! Riquísimo, imponente, enérgico… sentí que me partía en dos (ustedes disculpen, pero es la verdad). Me daba durísimo, con unas ganas, que sin poder evitarlo llegué a mi primer orgasmo, y mientras yo me convulsionaba de gusto, Rafael se empujaba contra mí, y con sus manos oprimía mis pezones y me decía cosas como “Qué rico… así, así, vente rico” … ¿Orgasmo múltiple? ¡Por supuesto que sí!
Estaba al borde del desmayo y Rafael parecía determinado a disfrutar de esa noche. Entonces se separó de mí, me tomó por el cabello, y sin decir ni una sola palabra, me arrodilló frente a él para que le hiciera un oral… ¡Les escribo esto y vuelvo a temblar! Movía su pelvis con un ritmo tan rico, acariciaba mi cabello mientras gemía un poco, “Mhummm” dejaba escapar con esa voz ronquita que me ponía mucho más cachonda de lo que ya estaba. Pude sentir su miembro vibrar y engrosarse aún más… Sí, aún más (¡Qué suertuda soy!) y me dijo “Voy a terminar sobre ti”.
Ante órdenes así a una no le queda más que obedecer, así que asentí con la cabeza. Rafael hizo que me pusiera de pie y me lanzó suavemente sobre la King Size mientras se estimulaba con una mano; cosa que me parece de lo más erótica; me mordió de pies a cabeza y me preguntaba cómo se llamaba “Rafael, Rafa, Rafa” le decía una y otra vez mientras chupaba mi sexo; y justo cuando yo tenía otro orgasmo más, pude sentir a Rafa derramarse sobre mi vientre, y mirarme con esos ojos encendidos de pasión… Eyaculó con tanta potencia, era una bestia marcando su territorio y eso me fascinó. Después me besó salvajemente, su lengua dentro de mi boca, sus manos apretando fuerte mi piel… Se desplomó exhausto sobre mí… y yo… con una sonrisa de oreja a oreja como niña que recibe el regalo que había pedido en Navidad…
Espero, de verdad espero que Rafa me vuelva a llamar… pero bueno… a quien esté leyendo esto, déjenme darles un buen consejo: Para evitar osos innecesarios y disfrutar a tope: ¡#MejorSixtynite!