Siempre hemos dicho que la comunicación es la base de una buena relación. Conocer a tu pareja, tener conversaciones de esas que te dejan el más grato sabor de boca; disfrutar de una tarde de café y una plática tan larga que el tiempo parece no correr… ahhhh qué bello; pero, ¿qué pasa cuando tu pareja habla hasta por los coditos?
Sigue leyendo adorad@ Sixtyneador@; pero en silencio, ¿eh? Porque vamos a descubrir si tienes una pareja Platicadora:
Es la primera cita, se quedan de ver en una cafetería. Cuando le preguntas si tuvo problemas para llegar, tu cita sonríe, toma aire y te suelta la historia de su vida. Te cuenta con lujo de detalles todo lo que vio en el camino, el nombre del chofer de su Uber, cuántos semáforos pasó; las reseñas que leyó de la cafetería, lo que piensa ordenar… etc., etc., etc… A ti te toca sonreír y escuchar muy atent@.
Las cosas van muy bien, disfrutan el tiempo juntos. Un día se les ocurre ir al cine y ya sentados en sus butacas, con la película a punto de comenzar, tu pareja te pregunta el nombre de la actriz, te cuenta que ya la ha visto en otras películas; que su director favorito es uno cuyo nombre no recuerda pero que hace un cine genial. Te comparte palomitas; sigue conversando sobre lo lindo que es ir al cine contigo. Le da un sorbo al refresco, te cuenta que leyó que las bebidas gaseosas son malísimas para la dieta; la gente comienza a callarlos, tú te sientes nervios@; y lo único que se te ocurre es plantarle un beso apasionado para ver si así guarda silencio… Intenta de nuevo… ese beso le recordó a otra escena de otra película, de otro director cuyo nombre no recuerda, que vio hace tres meses… la conversación sigue y sigue y sigue.
Es domingo de ir a visitar a la familia y tu adoración está muy emocionad@ porque va a conocer a tu mamá. A ti te da risita porque ahora sí va a conocer a una conversadora de su calibre, no hay quien le gane a tu madre en el arte de hablar sin parar. Cuando llegan se saludan, se sirven cafecito, y arranca la conversación. Nunca dos bocas se movieron tanto ni tan rápido. Palabras salen disparadas, carcajadas, anécdotas y recomendaciones… Aquello es histórico… al final de la reunión, tu madre te dice: “Ay mijit@… Pero cómo habla es@ muchach@, ni tiempo le da de respirar”. Sí, le han arrebatado la corona a tu mamá.
Estás trabajando en la oficina, hace más de una hora que no sabes nada de tu amorcito; se te ocurre llamarle para decirle: “Hola, te amo” … Cuando responde, prepárate, porque una llamada que iba a durar tan sólo 1 minuto, se transforma en pasar el día entero con el Smartphone pegado a la oreja. Es que tu amor tiene que contarte lo que estaba haciendo antes de que le llamaras, lo que hace durante la llamada, lo que leyó en la mañana en su Facebook, cómo fue que le llegó esa notificación, a quienes tiene agregados y por qué; en dónde está cargando la batería de su cel y por supuesto, lo mucho que te extraña y las ganas que tiene de verte por que tiene ganas de platicar contigo… Mejor ve pensando en conseguirte un “manos libres”.
A la hora de la pasión, se están besando sin control, las ganas están a tope, sólo con tu lengüita en su boca (otras cosas también funcionan), guarda silencio; pero apenas te separas un segundito, tu “sueño hecho realidad” tiene que decirte lo rico que son tus besos, lo que tiene ganas de hacerte; lo que soñó que te quería hacer; te describe lo sensual de cada uno de tus movimientos (eso sí, en un tonito muy sensual). Y mientras tú haces tus movimientos más sensuales, él/ella sigue hablando, y hablando, y hablando, y hablando… Ufff… el lenguaje nunca fue más erótico…
Definitivamente un@ Platicador@ Compulsiv@ no es una pareja para todo el mundo; se necesita amar verdaderamente el arte del diálogo y el tono de su voz. Habrá quienes se exasperen un poco y definitivamente no toleren escuchar más de mil palabras por segundo; pero, ¿sabes qué? Como todo en esta vida es cuestión de gustos, y si a ti te mueve el piso un@ Platicador@ Compulsiv@; pues disfruta, por que eso sí: siempre tendrás a alguien con quien hablar.