Los hemos visto en revistas, programas de TV, videos clandestinos y caminando sensuales por la calle. Con viril porte, con negras prendas ajustándose a sus definidos cuerpos; barba crecida, actitud ruda… masculinidad convertida en un personaje que parece haberse escapado de tus más secretos, húmedos y salvajes sueños sados…
El cuero negro jamás había representado tanto; jamás había lucido tan bien… Seguro que ya sabes de quienes estamos hablando… y si no, sigue leyendo, Sixtyneador@ querid@, porque se te va a antojar…
Bienvenidos al mundo de la Cultura Leather
Nacida en el corazón de California EU, en la década de los 50´s, esta cultura se formó en una época en que la estricta sociedad marcaba la pauta sobre lo correcto y castigaba toda forma de “revelación”, rescatando la imagen ruda de los motociclistas que, masculinos y salvajes, lucían sus cuerpos y abundantes barbas por todas las autopistas del país; la comunidad gay decidió adoptar ciertos elementos y erigir un culto a la adoración del hombre… de sus músculos, de su actitud de su dominación, de su fuerza…
Fue así como, rescatando una prenda de por aquí, y otra de por allá, el motociclista rudo pasó de lucir solitario en los caminos, a los bares clandestinos de luces rojas, que se abarrotaron de excéntricos personajes enfundados en chalecos negros, pantalones ajustados, gorritas y gafas oscuras; de hombres en búsqueda de experiencias que, al vaivén de la música, frotaban sus cuerpos contra otros hombres, en un festín de sexo salvaje y pasión.
De la mano del leather y la adoración del hombre fuerte, llegó también el arte de la dominación; del bondage, del sadomasoquismo en su más exquisita expresión. La comunidad gay había encontrado una voz, y decidió tomarla para nunca más dejarla ir.
Poco a poco la cultura leather comenzó a cruzar fronteras, a hacerse conocida, protagonista de leyendas urbanas y sueños sin cumplir. De las prendas de cuero negro, el paso hacia los arneses, cadenas, látigos y máscaras fue sencillo.
El hombre gay, rudo, poderoso, domina al hombre débil e indefenso que busca su aprobación. No se trata de una caricaturización de roles; sino de ejercer el poder en su condición más pura, de la más intensa atracción.
En México existen diversos spots en donde todos los “feligreses” del leather dan rienda suelta a sus pasiones; el círculo es un poco cerrado aún y hace falta mayor información al respecto pues no es extraño que ante muestra tal de ardor del cuerpo y deseo por ser sometido, las mentes se escandalicen; pocos han sido los valientes que declaran a los cuatro vientos sus predilecciones; los más, organizan fiestas ocultas en las que hay de todo: cuartos de tortura, sexo colectivo, lecciones de dominación.
Lo que es real es que la cultura del leather va abriéndose paso poco a poco, del ámbito gay masculino, a la inclusión de la comunidad lésbica; a la difusión de los placeres del BDSM; a la libertad en el disfrute de los cuerpos que gozan de ser castigados, de recibir órdenes y, en los casos más intensos, golpes que saben a gloria.
Todo es consensuado, todo es realizado bajo el valor fundamental del respeto; todo se disfruta con madurez… La cultura leather goza del culto al cuerpo; del sabor de libertad… así que, ponte tu chaqueta negra, tus gafas oscuras, y sal a disfrutar…